Las Aparicio, la mejor serie mexicana de la historia

Tras el final de Las Aparicio, hace poco más de una semana, entre en conciencia de que es imprescindible para mí, hablar de la estupenda teleserie mexicana de 120 capítulos que tanto disfruté, para felicitar ampliamente y hacer un modesto homenaje a todos los que en ella intervinieron.

Bajo el sello de Argos Comunicaciones, la producción general de Epigmenio Ibarra y la dirección de Moisés Ortiz Urquidi, en el 2010 llega a México este interesante proyecto, constituyéndose como la mayor sorpresa televisiva y fenómeno mediático  en años. Única en su tipo por la temática vanguardista, valiente y propositiva.

Aunque tiene algunos chispazos de feminismo, posee la gran virtud de conservar la objetividad y veracidad durante todos sus capítulos, respecto a la situación e importancia actual de varones y mujeres en la vida social contemporánea.

Las Aparicio, una familia integrada sólo por hembras, ya que pesa sobre ellas la maldición de que se les muera cada hombre que se les cruza en el camino. Ello les genera la sospecha de que ya son mujeres completas y que seguirán solas. Todas son bellas, fuertes, exitosas e independientes, y aunque digan que no necesitan media naranja, disfrutan en demasía de la compañía, apoyo y placeres que los hombres les pueden regalar.

Aunada a las historias de la familia Aparicio, la serie pone el dedo en la llaga del problema de la desigualdad de géneros y concientiza eficazmente al televidente sobre la urgente necesidad de superarlo.

Lo mismo se abordó la violencia intrafamiliar, el sojuzgamiento de la mujer por el marido, la libertad sexual,  las necesidades ocultas de los hijos y el matrimonio y la paternidad gay, que incluso la influencia del narcotráfico en las autoridades políticas, los abusos gubernamentales, los poderes fácticos de las televisoras y la importancia del activismo social.

Todas los casos presentados son realistas, entrañables y hasta educativos; algunos llegan a conmover por su inmejorable planteamiento, desarrollo y descenlace y sus personajes están dotados de gran construcción, evolución y resolución.

Me agrado especialmente el extraordinario y eficaz manejo del realismo mágico y la ejecución magistral de Marco Trevillo. Máximo, su personaje, resulta entrañable: recuerdo personificado que sólo interactúa con Alma, Rafaela y Leonardo, con quienes guarda profundísimos vínculos, siendo el hilo conductor del relato de su esposa en vida, Alma, dando las pautas de su pasado, presente y futuro... una bocanada de aire fresco en cada episodio.

Por igual ese sublime erotismo de muchísimas escenas, llevado a la perfección por los actores; es fino, satisfactorio y veraz. Los momentos de humor son agradables aparte de útiles para aligerar el tono dramático, sin caer en simplismos ni denigrar a nadie. Y la música incidental de antología, que dota de gran personalidad al proyecto (muy bella y original).

Además de contar con una realización técnica impecable, de destacadísima edición, dirección de arte y sonido. Sumada a un guión inteligente, novedoso y coherente con todos los elementos internos; a una dirección totalmente eficaz, donde no se descuidó el más mínimo detalle y generó un ritmo ágil y una narrativa fascinante y aleccionadora, bien equilibrada entre las tres tramas principales y las subtramas accidentales; y a un conjunto de actores de lujo, donde todos entregan la mejor interpretación de su carrera, de manera sobria, mesurada y convincente.

Una producción donde todos los histriones invitados vienen a sumarle puntos a la presentación con su buen desenvolvimiento. Reconocimiento especial para Damián Alcazar y Joaquín Cosio, actorazos que no desentonan con su breves intervenciones interprentando, respectivamente, a Hernán y a un padre católico muy moderno, sino que aportan todavía más a la exquisités televisiva.

Empero, he de señalar que las protagonistas son las mejores del elenco dando vida a tres medias hermanas, quienes para lograr su plenitud existencial tendrán que sobreponerse a sus ocultos fantasmas y, particularmente, al miedo a perder a sus respectivas parejas a causa de la maldición.

Gabriela de la Garza es el pilar principal de toda la serie, ejecutando con brillantez, absoluta credibilidad y sin falla, el difícil personaje de Alma, una valiente e inteligente terapeuta sexual, muy peculiar por cierto.

En su negocio, un centro cultural denominado "El Atelier", lo mismo da clínicas sobre temas femeninos y alberga exposiciones de arte, que ayuda a las mujeres a superar sus problemas psicoemocionales, facilitándoles la compañía íntima de alguno de sus tres escorts.

Ileana, su hija adolescente de dieciocho años (interpretada de manera sorprendente por la excelente Paulina Gaitán), es su mayor dolor de cabeza, sobretodo por sus conservadoras ideas y sus actitudes intransigentes; pero representa su más grande amor.

 Alma conoce entonces a un misterioso hombre que verdaderamente la inquieta en el plano sentimental (Leonardo, personificado por Plutarco Haza), luego de muchos años como viuda; aunque sigue ligada en espíritu a su fallecido esposo, Máximo de LaCroaix (interpretado por Marco Treviño), un adinerado y poderoso hombre de negocios cuya extraña muerte nunca pudo ser esclarecida, ni tampoco las dudas sobre sus operaciones financieras.

Por si fuera poco, Alma siente al mismo tiempo una fuerte atracción por Alejandro (realizado con naturalidad absoluta por Erick Hayser), uno de sus “terapeutas”, lo que complicará aún más su tránsito de la libertad absoluta de la soltería, a la responsabilidad y el compromiso de tener una pareja estable.

Ximena González Rubio interpreta a Mercedes, voluntariosa y sexy abogada que tiene que volver a trabajar luego de perder a su marido, quien murió cuando hacia el amor con su amante.

Por ello, Mercedes ha perdido la fe en los hombres; sin embargo, su nueva faceta profesional le abrirá los ojos, la mente y el corazón, al reencontrarse con Claudio, un antiguo compañero universitario (personificado por Eduardo Victoria). Isadora, su pequeña hija de diez años, es su motivación más fuerte para seguir adelante.

La tercera protagonista es Julia, encarnada por Liz Gallardo. Joven mujer de veinticinco años, actriz y cocinera. Enamorada de un exitoso futbolista profesional. Pero su carácter dubitativo y soñador y los concejos de Mariana, su mejor amiga gay (interpretada por Eréndira Ibarra), podrían orillarla a dar un giro de 180 grados a su destino.

No puedo olvidarme de la madre de todas ellas, la tres veces matrimoniada y viuda Rafaela Aparicio (encarnada por la gran actriz María del Carmen Farias): sobreprotectora, fuerte y valiente. Intimidante en lo exterior, pero de buenos sentimientos y gran inteligencia para apoyar a sus hijas.

Su cómplice y mejor amiga es Aurelia (interpretada de manera brillante por Lourdes Villarreal), su ama de llaves, señora que a pesar de conservar arraigadas tradiciones y valores ha sabido adaptarse a los tiempos modernos, no sin antes superar algunas de sus profundamente enraizadas trabas mentales.

A ella le toca la importante tarea de introducirnos, por medio de una corta narración, a la temática de cada episodio para entenderla mejor, con interesantes reflexiones sobre la vida, las mujeres, los sentimientos, los valores y demás cuestiones sociológicas o filosóficas, de manera coloquial y directa.

Además, cierra cada capítulo con breves e importantes ideas conclusivas, muy aleccionadoras y que inspiran a la reflexión.

Esta teleserie fue la producción más galardonada en la pasada entrega de los Premios del Festival y Mercado de la Telenovela Internacional (FyMTI), llevada a cabo en Buenos Aires, Argentina, en septiembre de 2010 (enlace al artículo completo).

Ya no me resta más que recomendarles que no se pierdan Las Aparicio, sin duda la mejor serie que ha generado nuestro país y que será difícil de emular en muchos años.

Visiten la página oficial: http://www.lasaparicio.com/

Tango de Las Aparicio

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